Esto no es aquí (I): Inmovilidad, fusión y dolor en la obra de John Lennon

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(Trabajo de Grado para Optar al Título 

de Licenciado en Letras, UCAB, 2000)









Autor: Alejandro Useche

Tutora: Beatriz Mester


Resumen analítico

       El presente trabajo de grado analiza la configuración del amor mítico en las letras de las canciones de John Lennon desde 1963 a 1980, en especial los siguientes conceptos: a) amor inmóvil o eterno; b) amor de fusión; y c) dolor por la pérdida amorosa. Éstos son considerados tanto desde la perspectiva diádica o de pareja como desde la colectiva. Bajo esta óptica se busca entender el lugar ocupado por Lennon dentro de los procesos míticos afectivos de Occidente, mediante un análisis detallado de su obra, la cual incluye incluso composiciones póstumas. La comprensión del funcionamiento del amor mítico dentro de la obra musical de John Lennon nos lleva a explicarla en relación con la dinámica afectiva occidental, así como con algunas de las contradicciones más importantes de la industria de la música. El enfoque empleado es, básicamente, de corte mitológico (según entiende Barthes la mitología), aunque también auxiliado por las bondades de la filosofía, psicología, historia, sociología y literatura.




A modo de Introducción


 Mito cantante de mito


            John Winston Ono Lennon (1940–1980), miembro líder, junto a Paul McCartney, de los Beatles, el «grupo de rock más exitoso y significativo en la historia»[1] (Erlewine, Woodstra y Bogdanov, 1994: 32), constituye una de las referencias ineludibles a la hora de comprender la concepción amorosa básica occidental del siglo XX.[2] Su obra musical y extramusical, así como su propia vida, resume mucho de lo que el amor ha llegado a ser en nuestros días. Los textos de este cantautor, entretejidos por grandes contradicciones, se pronunciaron por un amor unitario y absoluto, haciendo de su creador uno de los mayores símbolos de la paz y del amor universales.

            Su discurso amoroso detonó los miedos más atávicos y los deseos más ambiciosos en la audiencia occidental. Tal vez por eso su público lo necesitaba casi tanto como él dependía de sus seguidores. Y en esta interdependencia, así como en su obra, se desplegó una historia que, mirada más de cerca, devela los principales problemas del amor occidental y de su relación con la música industrializada. Lennon es un holón [3] por el cual es posible, a medida que se avanza en él, verse a uno mismo y a los demás en un solo gesto.

            Lennon es pura blandura, una categoría absolutamente emotiva. Sin duda, se ha convertido no sólo en el mensajero de la armonía y del amor al prójimo, sino también en un monstruo enmendado una y otra vez, un “gólem” que nos amenaza con  una reactualización indefinida.[4]

             Con su música e imagen pública, Lennon ingresa a la esfera de lo mítico y ejerce todo su poder carismático sobre sus admiradores. Sin embargo, esta categoría mesiánica Lennon la alcanza al dedicarse a cantar uno de los mitos más arraigados de la cultura occidental: el amor.[5]

            Existe un amor mítico, expansivo, que hunde sus raíces en lo invisible de nuestra psiquis. No obstante, es preciso hacer una salvedad: amor mítico y sentimiento amoroso no son lo mismo. El segundo, es decir, la sed de otredad, es común a todas las culturas. El primero es una formación cultural o una etiqueta —en el sentido de regla social—, un protocolo, en fin, una forma de vida. Lennon, nutriéndose del sentimiento amoroso que a todos nos pertenece, confirmó una mitología aún vigente.

            Nunca ha existido un discurso amoroso único. Por el contrario, simultáneamente, conviven múltiples maneras de amar. Habría que empezar por los que no creen en el amor, aquellos para los cuales este sentimiento está en desacuerdo con la vida. También están las diferentes perspectivas amorosas de los bígamos y los polígamos. Están aquellos para quienes el amor es una vía de conocimiento de la divinidad y de lo trascendente. Están los que requieren del amor para ser aceptados. El amor es polivalente. Puede ser diversión, aislamiento, encuentro con el mundo, un absurdo, dolor, conocimiento discontinuo, esfuerzo de continuidad, delimitación o disolución de la personalidad. Tampoco es igual el amor de la viuda, del campesino, del obrero, del homosexual y del prisionero.

            No menos cierto, sin embargo, es que existen discursos más dominantes y difundidos que otros. En casi su totalidad, la obra de Lennon se inscribe dentro de una de las visiones amorosas que ha logrado tener un movimiento cardinal dentro de Occidente a partir de cierto momento de la historia. Es la mitología del amor como fusión total, el cual dota a la vida de un sentido extraordinario. Es el amor que extiende un puente entre un hombre y una mujer, el entretejimiento de una ligadura excluyente, dado que no contempla relaciones entre dos individuos de un mismo género, así como tampoco vinculaciones amorosas entre más de dos personas. Este empeño cuasiedénico instaura un paradigma aterido del mundo, un sentido estático que, en un afán extensivo, es adjudicado a la práctica amorosa en sus mínimos detalles.

La concepción de un Dios único naturaliza la idea de que las cosas requieren de una única solución. Todos los caminos se tuercen para llegar a un mismo destino. Si bien es cierto que del seno de Dios nació el Mal  —Lucifer como sustancia divinal que se desprende del Único—, éste fue expulsado para convertirse en opositor del Bien, en malignidad inmóvil, siempre idéntica a sí misma. A partir de ese momento el hombre no pudo guardar dentro de su alma al Bien y al Mal en las mismas condiciones. Se debe elegir uno u otro dado que la resolución descansa en la deglución de uno de ellos por su contrario. No obstante, así como la palma y el dorso de la mano son diametralmente opuestos, un mismo movimiento los anima. Dios-Demonio es la esencia del universo dinámico y de su mismidad se expanden los caminos múltiples, las singularidades matéricas, así como la palma de la mano despliega sus líneas. Por el contrario, si un solo principio excluyente nos rige, sus sucedáneos, entre ellos, el amor, pretenderán alinearse bajo la gracia de lo unívoco. Ahora bien, el amor es, aunque no se desee, “incorporativo” y plural. Entonces, ¿cómo amar múltiple y rezar único? No es de extrañar que el hombre occidental, queriendo realizar el salto cuántico de una cosa a la otra, se haya atorado entre ambas.

            El discurso dominante dentro de la producción musical de Lennon es el amor como lucha contra el Mal.[6] El amante idóneo es el protoaltruista, y el instinto es, con cierto pesar, una fuente “necesaria”. Sin embargo, el ‘amor puro’ es sólo el producto socializado del instinto, un humor del cuerpo. Muda de la carne; el amor por ser biológico es social, y viene a ser justificación, circunloquio, ropaje que otorga orden a la “materia oscura”, a la inmanencia de los cuerpos. No hay que olvidar que antes que amor, «el corazón pide placer primero»[7] (Nyman, 1993: 4).              

La visión amorosa de Lennon es una de las  mitologías que constantemente es reiterada por el cine, la televisión, las numerosas formas de la publicidad, la música, la literatura, la prensa y las instituciones sociales y religiosas. Todos ellos nos recuerdan que el amor siempre ha sido así y no de otra manera. Ello es posible por el aplanamiento de las distintas concepciones y hábitos amorosos que han existido en los orígenes de Occidente y en el resto de las culturas del orbe. La historia se vuelve bidimensional, casi se evapora, dejando así un amor despojado de contingencia, de diversidad, de disidencia y de contradicciones. Esta naturalización del amor, que nos hace verlo de determinada manera, como “si siempre hubiera sido visto así” y como si no valiera la pena verlo de otra forma, es una de las estrategias fundamentales del mito.




[1] Original en inglés: «The most successful and significant rock group in history…»
[2] Para un acercamiento más profundo a la biografía de Lennon ver:  Hertsgaard, 1995; Dister, 1990, para su etapa Beatle; Garbarini y Cullman,1980 y Du Noyer, 1997, para su etapa solista. Para una revisión minuciosa de su filmografía Beatle y junto a Ono, se recomienda Crusells e Iranzo, 1995.
[3] El holón, según Wilber, es «una entidad que, mirando hacia abajo, es una totalidad y mirando hacia arriba es tan sólo una parte». Ver Wilber, 1994: 111.
[4] Al respecto, son sintomáticas las sucesivas ediciones de recopilaciones, composiciones póstumas y ensayos de su obra que se han realizado en las décadas de los 80 y 90. Oír Lennon, 1986, 1988,1989, 1997, 1998. Un caso extremo de reactualización —aquella que busca cualquier medio para realizarse— es la composición Libre como un pájaro (Free as a bird), maqueta inconclusa de Lennon entregada por Yoko Ono a los tres Beatles restantes para que fuese completada por ellos. McCartney añadió un verso para redondear la canción. Oír: The Beatles, 1995: I, 1.
[5] Para un análisis detallado del concepto de “mito” y de sus funciones, ver Barthes, 1986: 199–257.
[6] Un 50 % de la producción musical de Lennon versa sobre el amor, un 10 % carece de contenido textual, y un 40 % restante es ocupado por otras temáticas, las cuales, en algunas ocasiones, están en relación con el tópico amoroso, aunque indirectamente.
[7] Original en inglés: “The heart asks pleasure first”. 

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