Hortensia Tinedo, Seres líticos de la montaña (2004) |
Alejandro Useche
La piedra siempre ha tenido un poder
especial entre los hombres y las mujeres de todos los tiempos. Su dureza la ha
hecho simbolizar el carácter eterno de todas las cosas. Sus colores, formas,
texturas y luminosidades han dado pie a las correspondencias cósmicas más
inusitadas y humanamente profundas. Ahora bien, el interés que despierta la
obra lítica de Hortensia Tinedo no radica solamente en estas implicaciones
constantes del material, sino más bien, por un lado, en su participación en un
contexto artístico nacional en el que el trabajo sobre la piedra pura, sin
esculpir y con fines conceptuales, es escaso y carente de autonomía. Sin
embargo, en esta creadora, la piedra asume estas cualidades bajo dos vertientes
en su actual proceso heurístico.
Hortensia Tinedo, Recuerdos de La Ganadera. |
Por un lado, la piedra como soporte de
imágenes pictóricas en las que el material participa activamente por sus vetas,
sus texturas, sus cualidades cromáticas y su forma global. Se trata de oír a la
piedra y acentuar plásticamente lo que ésta sugiere o dice. Por otra parte, la
segunda vertiente, a nuestro parecer de sumo interés, es la que emplea la
piedra desnuda pero sabiamente elegida para expresar planteamientos
conceptuales en los que las características de las piedras, sus secuencias y
ubicación en el espacio, conjuntamente con el anclaje (fijación) o relevo
(polisemia) que ofrece el título, brindan un conjunto para ser descifrado y
completado por el espectador.
Hortensia Tinedo, Fractura de Vargas (2004) |
En otro orden de ideas, es necesario señalar que la
artista ha comenzado a experimentar con la idea de combinar la piedra con otros
materiales para crear interacciones más eficaces (la piedra y el tenedor, por
ejemplo) o para personajes (a modo de ensamblajes), bien sea pequeños y
aislados (como El Malabarito) o grandes y contextualizados en un entorno
específico. En este orden de ideas, su exploración de la fotografía sugiere
nuevos derroteros, como sucede con las obras Lo que se ve y Lo que
veo que se ve, en las que se muestra a un personaje hecho de piedra, tela,
lentes de sol y metal captado, bajo angulaciones diferentes, mirando el
horizonte. De este modo, se ha añadido otro elemento: la teatralización de la
imagen. Ahora la recuperación de la figura viene aparejado con un interés en la
escenificación de las cosas y con un deseo de complejizar el ensamblaje como
lenguaje visivo.
Valga señalar que la obra de Tinedo se ha
venido caracterizando por una actitud hierática y solemne, como sucede en sus
altares líticos, o económica con respecto a los recursos compositivos o
visuales, como en sus instalaciones líticas en las que, incluso, puede verse un
interés por comprender los conjuntos de piedras como formas abstractas
articulándose en el espacio. En este orden de ideas, su obra implica tanto lo
icónico como lo plástico, la instalación y el ensamblaje, el dibujo y la
pintura, la escultura y la fotografía, pero su materia poética permanece, la
piedra.
Hortensia Tinedo, Creretones de la Sierra de San Luis. |
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